El año 1943, fue crucial para el desmoronamiento del gigantesco tinglado creado por Benito Mussolini, hacía ya más de dos décadas; efectivamente era la causa efecto de un encadenamiento constante de derrotas de las fuerzas armadas, que sin embargo no han sido tratadas con piedad alguna por la prensa especializada internacional. Italia llevaba luchando desde 1935 en Abisinia, España y Albania, eso sí quizás eran unos conflictos que podrían calificarse de baja intensidad en cuanto a su implicación se refiere, pero de constante desgaste de medios y de parque logísticos. El concepto de guerra política que promulgaba el Duce, es decir rápidos y breves choques que dieran paso a un acuerdo entre las partes, no era en absoluto compartido por un generalato minado por arribistas del fascio, que si bien les ilusionaba la quimera de la guerra celere, para nada concebían la guerra totale.
Las derrotas en los muchos escenarios, pues se suele olvidar los diversos teatros en que combatieron los italianos, habitualmente en inferioridad de medios y tecnología, sobre todo si comparamos sus mermadas fuerzas, con las de por ejemplo Francia cuya resistencia y participación activa en el conflicto, podemos cuantificarla cuando menos como pobre por no decir claramente marginalmente testimonial si tenemos en cuenta el volumen de sus fuerzas armadas y su potencial económico, pues quedaron relegados a ser meros comparsas de los Aliados occidentales. Sin embargo en pleno Siglo XXI, nadie parece tener en cuenta los muchos y callados sacrificios de un pueblo alegre y amable, que desengañado en Versalles y desangrado en Caporetto, tomó las trompetas de guerra ofrecidas por un hipnótico movimiento de supuesta regeneración, por picolissimas serenatas y lo pagó…, lo pagó muy caro…
Operación Husky
La invasión de Sicilia por los Aliados, más que una sorpresa fue un efecto, esperado tras los bombardeos sobre el norte industrial, las penurias alimentarias de la población y a las huelgas generales de las que ya nadie podía ignorar su significado, aún así el Duce creía fiel e ingenuamente en sí mismo y declararía ufano, con respecto a la invasión : “Poseemos reservas suficientes, pero es necesario detenerlos en la línea de la arena, cuando se junta con el mar, y sí se podrá decir que han invadido un borde de la patria, pero lo harán para siempre quedando allí en horizontal y no en vertical”. En poco más de un mes la mayor isla de Mediterráneo estaba en manos Aliadas y el gigantesco y operístico aparato en torno al histriónico Mussolini se venía abajo, de poco le valdría su oráculo vaticinado tres años antes : “Esta guerra no está hecha para el pueblo italiano”.
Entre bastidores todos conspiraban y urdían a su alrededor y él cándido tan seguro de su oratoria se dejo llevar al Gran Consejo Fascista del 24 de julio de 1943, dónde 19 votos llevaron a su destitución. Al día siguiente al trasladarse a Villa Savoia, residencia del monarca, dónde el diminuto rey le trató con total desdén, a su salida fue de inmediato detenido. Empezará para el Duce un calvario de reclusiones secretas decretarás por el mariscal Badoglio y la búsqueda incesante de su figura aglutinadora por los alemanes: islas de la bahía de Nápoles, Maddalena en Cerdeña y por fin un hotel de montaña en el Gran Sasso, dónde será rescatado con mucha teatralidad por los paracaidistas teutones, con un hombre del Führer de por medio: Otto Skorzeny que se desvivió por salir en la foto, pues su único empeño a lo largo del conflicto fue figurar en los noticiarios con el mínimo riesgo para su persona, (falleció en Madrid en 1976…).
República de Saló
Benito es trasladado a Berlín, para saludos y parabienes de un Reich que también se iba quedando sin plumas de manera inexorable, el 23 de septiembre se constituirá la República Social, Italiana, más conocida como Saló pues tenía su sede en esta bonita localidad a orillas del Lago di Garda, obviamente una pantomima orquestada por Hitler, que la utilizará para la: recluta de esclavos para la industria nazi, el desmantelamiento de la industria pesada del valle del Po para trasladarla al norte de los Alpes y para la captura de judíos, adversarios del régimen y escarmiento de los partizani teóricamente comunistas, un régimen aglutinado entorno a un fascismo nostálgico y acabado apoyado por la brutalidad de los mal llamados amicci tedesci.
A partir de este momento la península vivirá sus horas más trágicas, por un lado la lucha de dos contendientes extranjeros y por otra la cruenta guerra civil entre sur y norte, monárquicos y republicanos, fascistas y partisanos y una larga y tediosa atomización de un país que pese a Garibaldi, no se sentía para nada cómodo con la unificación. El Duce se dará buena prisa en instruir el mismo 11 de noviembre a diecinueve jerarcas que habían participado en el complot que llevo a su caída en l pasado 25 de julio, será el llamado proceso de Verona, de nula garantía legal y que sería la última y sangrienta vendetta del otrora líder de masas. Sólo seis de ellos tuvieron la mala suerte de caer en sus manos y ser procesados; sólo se librará de la pena capital; Cianetti condenado a 20 años de prisión mayor. El 11 de enero de 1944, los reos fueron trasladados al foso de San Procolo y fusilados por la espalda como traidores; Pareschi tuvo una segunda descarga y en cuanto al todo poderoso en otros tiempos, Galeazzo Ciano yerno del Duce requirió de dos tiros de gracia para finarlo.
El 21 de abril de 1945 un Mussolini decrépito y abrumado dejaba para la posteridad su legado testimonial : “Todo ha terminado, Italia resurgirá pero la convalecencia será larga y penosa. Yo soy un gran médico que no ha sabido curar al enfermo”.
La fine del Dottore
Una semana más tarde tratará en Milán de negociar en vano con el general Cadorna, al día siguiente se trasladará al lago de Como con su escolta de Waffen SS al mando de Fritz Birzer, los últimos fieles y su amante Clara Petacci. El día 27 tras reiterados fracasos de poder cruzar la frontera suiza; Frizer decide que los fugitivos se unan a una columna alemana de 30 camiones que acaban de llegar a la localidad. Pasadas en la aldea de Musso, caen en una emboscada guerrillera, Piero Luigi “Pedro, ex brigadista internacional” comandante de la 52ª BG quiere parlamentar, expone que no tiene nada en contra del repliegue alemán a su país, pero quiere a los emboscados italianos que se encuentren en el convoy. La inspección se efectuará en la cercaba localidad de Dongo, bajo el control del comisario “Bill” Urbano Lazzaro. Un marinero del torpedero FR22 que había trasladado a Mussolini de Ponza a Cerdeña, llamado Giuseppe Negri, lo reconoció con perplejidad del comisario, cuando declaró ¡Está aquí el Cabezón!
Trasladados a una casa solariega en las afueras de Bozanigo; unas últimas versiones quizás sensacionalistas y calladas para no vejar el idílico honor de la Internacional Comunista, afirman que Claretta fue objeto de múltiples abusos sexuales esa noche… A primera hora de la tarde del día 28 de abril de 1945, se presenta el coronel Valerio Audisio “Walter”, Aldo Lampredi y Pietro Gatti presentándose como rescatadores. A las 16,10” tras recorrer apenas medio kilómetro obliga a la pareja a bajar del coche y junto a una verja, aprieta el gatillo de su subfusil que se encasquilla, prueba con su pistola y también. La ejecución tiene una enredará maneja de versiones y contradicciones que nada claro aportan y sí un sinfín de confusiones todas ellas apestando a M.I 5 británico, que tienen parangón con esa cápsula de cianuro del horripilante Himmler. Soplaban aires nuevos en la vieja Europa, había que olvidar y por ello dejar a elementos molestos a la buena salud política que recordarán, los coqueteos y complicidades necesarias de las impolutas democracias, con los totalitarismos de corte fascista resultaba un asunto tan incómodo, como innecesario…