por : Enric Martí
La primera tendrá como principal debacle la derrota en Pavía en 1525 y el cautiverio de su rey Francisco I, tras su liberación y ante la evidencia de que la flota de los Oria de Génova se había pasado al mejor pagador es decir al servicio de los Habsburgo, no le quedará otra al rey francés que buscar una alianza contra natura con la Sublime Puerta. Esta alianza suscitó gran escándalo en el continente, pero en realidad no fué más que política de Estado y un pragmatismo de manual, objeto del que siempre han carecido las casas reinantes en España, que en contadas ocasiones han emprendido algún proyecto rentable económicamente hablando y de común se han conformado con prebendas a la Santa Madre Iglesia y un etéreo, subliminal y abstracto sentido de la gloria y el honor, mientras sus súbditos se desangraban en sus quijotadas o simplemente perecían por hambre y miseria…
La Alianza se formalizará en 1536, con Solimán el Magnífico, por aquel entonces inmerso en la conquista de los Balcanes cuyo objetivo final era la conquista de la capital oriental del imperio: Viena. Delegará su cristalización en su Kapudan Pasha (Almirante), Khair al din (La esperanza de la Religión), más conocido como Barbarroja (llevaba la misma teñida con henna desde la muerte de su hermano Arui al sur de Orán a manos de los españoles), éste no se dará ninguna prisa en atender los planes de sus impensable aliados faransis (franceses). El tratado iniciado por María de Saboya, aquella al que su hijo Francisco I escribiera desde Madrid, “¡Madre!, todo se ha perdido salvo el honor!” a través de su consejero Duprat, estipulaba que la ofensiva otomana en Sicilia y Nápoles serviría como distracción y cortina del ataque galo a través de la actual Costa Azul, Liguria y Alta Saboya.
El posicionamiento español en el Milanesado tras la muerte de Francesco Sforza aceleró los acontecimientos en 1535, atacando Francia el ducado de Saboya que en pocos días quedó reducido a Veletti y Niza, en esta última se refugiará Carlos III, su esposa Beatriz y su hijo Filiberto. El emperador Carlos V reaccionará en el verano de 1536, invadiendo la Provenza desde Cataluña, en esta campaña fallecerá el gran Garcilaso de la Vega, ante la táctica gala de tierra quemada el ejército Imperial se verá obligado a replegarse en penosas condiciones, aunque éstas no serán aprovechadas por sus enemigos que se encuentran plácidamente atrincherados en los alrededores de Aviñón. El 18 de junio de 1538, se concertó una tregua que debía establecerse en la propia Niza, pero Carlos III estaba perfectamente informado de las intenciones de españoles que con el beneplácito del Papa Paulo III habían planificado secuestrar a Filiberto y pedir como rescate la fortaleza de Niza y por ello la tregua se firmó en las afueras de la ciudad, (en el interior del convento de Santa Clara), y la firma definitiva entre ambos reyes se hizo en Aigües Mortes (Provenza) en un ambiente de hipócrita cordialidad. Francisco I reanudó con intensidad sus intrigas para la llegada de la Flota del estandarte de las Siete Colas (Imperial turca), los españoles habían asesinado en la Lombardía al emisario Francisco Rincón, pero su sustituto Antoine Paulin, supuestamente barón de La Garde, llego a un entendimiento con el corsario para que desde su guarida de Argel pusiera proa al norte con ciento diez galeras y galeotas y un ejército de 14.000 hombres, reuniéndose en Marsella con La Garde y sus cuarenta naves y la mitad de efectivos.
Primera tentativa
El 16 de junio de 1543, dieciséis galeras al mando de Louis de Grignan, secundado por el traidor Benedicto Grimaldi, que mutó su comprometido apellido por “Oliva” ponía proa rumbo Este, una escuadrilla de cuatro trató de tomar tierra en la playa de Lympia, (distrito de Nicosia, Chipre) siendo recibida con una rociada de arcabucería y en su reembarque mar adentro les esperaba Andrea Doria que las capturó. Su Caputano, (capitán en genovés) Magadaton antes de expirar confesó la presencia y cercanía de la Flota de la Media Luna… El 3 de julio una decena de naves turcas se dejará ver en las cercanías de la bocana del puerto de Niza. Su guarnición estaba formada por siete compañías de arcabuceros y un número inferior de paisanaje armado de ocasión, al mando de Andrés Odinet, duque de Monfort, la fortaleza en sí estaba custodiada por una compañía de élite al mando del Caballero de San Juan de Malta: Paolo Simeoni.
La Flota aliada zarpó de Marsella el 1 de agosto, mientras por tierra el duque de Enghien, Francisco de Borbón con doce mil hombres, entre los que se encontraban voluntarios catalanes del norte, toscanos de Leone Strozzi y Jean Baptiste Beuil (natural de la cercana Ascros y que con anterioridad había intentado envenenar al heredero de la casa de Saboya), seguían el litoral con idéntico destino.
Asalto
La Flota desembarcó en la localidad de Villafranche-sur-Mer, separada de Niza por el monte Boron, tras los Yeniçeri (Jenízaros, nueva guardia), se llevaron a tierra cerca de setenta y cinco cañones de distintos calibres. Tras el intercambio de emisarios para tratar la capitulación con honores de la plaza, el día 7 se producirá el primer ataque de tanteo que se alargará por espacio de una hora, midiendo ambos contendientes sus respectivas fuerzas.
El día 11 harán acto de presencia las fuerzas terrestres y el citado “Oliva” comparecerá en la Puerta de San Alodio, tratando de mediar por la capitulación, pero fue rápidamente capturado dejando a su tambor y escolta retornar a sus líneas sin violencia alguna, Grimaldi (Oliva) fue torturado durante tres horas y finalmente degollado siendo colgado de una pierna en las murallas a la vista del ejército turco-francés. Los combates se sucederán hasta el 13 de agosto, día en la que un sobrino de Khair (en realidad se llamaba Khizr), fué muerto de un ballestazo, el corsario en represalia decapitará al noble Giovanni Boyer, capturado con anterioridad el 7 de agosto.
El 15 de agosto, la Flota se presentará sobre las murallas de la marina y con un fuego sostenido, logrará distraer fuerzas para facilitar que por el norte en la Puerta de Pairoliera, se abra una brecha sobre la que se lanzarán oleadas de asaltantes. La resistencia se concentrará en el bastión de Sinq Quayre, que será asaltado por la élite turca al mando del afamado corsario Dragut, flanqueado por los florentinos de Strozzi y los catalanes de Paulin. Finalmente serán rechazados, cuando el estandarte de la Guardia Otomana se enseñoreaba de lo más alto de la fortificación, su portador fué derribado por un palazo de Caterina Segurana cuyo acto, enervo la adrenalina de los hasta ese momento alicaídos defensores, que persiguieron a los atacantes hasta la brecha.
Las siguientes jornadas se limitarán a duelos artilleros, en lo que se multiplicarán las brechas sobre los lienzos de muralla. El 22 de agosto se concentrará al personal no combatiente en la iglesia de San Francisco y en asamblea se acordó la capitulación sólo de la villa, con la condición de que ni turcos, ni berberiscos hicieran entrada en ella, mientras Monfort, replegaba cañones y todo tipo de metal a la Fortaleza. El 28 se recrudeció la lucha con numerosas salidas de la guarnición de la Fortaleza, minas, contraminas, sólo interrumpida por la llegada de una copiosa lluvia, mientras a principios del mes siguiente los Akinjis (exploradores), informaban que un numeroso ejército imperial se encontraba a dos días de marcha.
El 7 de septiembre toda la artillería de asedio había sido puesta a buen recaudo, mientras los franceses incendiaban la ciudad y se retiraban a la ribera derecha del Var, Barbarroja hacía lo propio arribando a invernar a Toulon, dónde sus desmanes serán apocalípticos, llegando sus tropelías a todo el curso del Ródano, sus violencias sobre mujeres y niñas…, secuestro de hombres para atar a los bancos de remo y de niños para nutrir las subastas de los baños de Argel y de oriente serán silenciados y tolerados, eso sí ya se encargarán de inculpar a sus gentiles huéspedes del cobarde incendio de Niza, por lo que se ve la claúsula de capitulación de la taxativa : “Prohibición de entrada a todo contingente no cristiano”, se la habían saltado sus narradores a “la francesa…”.